martes, 28 de agosto de 2012

METAMORFOSIS DE UN OBJETO - René Magritte


La mirada interior, 1942
Un buen ejemplo de la complejidad semántica que pueden llegar a alcanzar las transformaciones en la pintura de Magritte: la analogía entre los nervios de la hoja y las ramas de un árbol se refuerza por la relación natural entre los objetos árbol, rama y hoja. La escala de los pájaros y la hoja y la situación en un interior –conveniente a una hoja, pero no a un árbol- aumentan la desconcertante ambigüedad de la escena.



La filosofía en el camarín, 1947
El tema del vestido en el armario que toma algunas características del cuerpo que está destinado a cubrir ya aparece diez años antes en In memoriam Mack Sennet. De la fusión del pie y el zapato decía Magritte que “es, en realidad, el testimonio de una costumbre monstruosa”. Se trata, en todo caso, de un monstruo grotesco y humorístico, nunca aterrador como los de los otros pintores surrrealistas.



El dominio de Arnheim, 1962
De este cuadro dijo Magritte que “hace realidad una visión que le hubiera gustado mucho a Edgar Allan Poe”. La montaña, según sus palabras, “encuentra su forma exacta en la de un ave con las alas extendidas”, metamorfosis cuya relación con los huevos situados en el nido sobre el pretil de la ventana, en primer plano, resulta evidente. El cuadro como ventana fantástica a la que el espectador se asoma es constante en la obra de Magritte.




Botella pintada
Una de las varias botellas pintadas por Magritte. El juego propiciado por la condición de contenedor de objeto, enlaza con la vieja tradición fantástica de los genios y espíritus encerrados en lámparas y botellas.



El ídolo, 1965
Como en el Dominio de Arnheim, el ave parece contaminarse de la naturaleza pétrea de las rocas de la costa, lo que entra en contradicción con la ligereza necesaria para el vuelo.




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